Disfrutamos de la última montería de la temporada en Extremadura. Mientras esperamos ver alguna res nos relajamos contemplando el paisaje formado por un manto de encinas y alcornoques sobre verdes praderas que se pierde en el horizonte que en algo se parece a las descripciones del paisaje que describía Hemingway en Las Verdes Colinas de África. Los perreros y sus recovas recorren la mancha animando con sus voces a sus perros. Son las tres de la tarde y suenan las caracolas llamando a recogida, señal de que la montería ha terminado. Toca despedirnos de los amigos y esperar a la temporada próxima. Al llegar a casa nos queda engrasar el rifle y guardarlo en el armero hasta la próxima temporada. ¿Pensamos en lo que tienen por delante los perreros hasta el comienzo de la temporada próxima?
El perrero ha de dedicar muchas horas y mucho dinero para el cuidado diario de los perros a lo largo del año, incluyendo los 7 meses de veda, quitando mucho tiempo a la atención de su familia, su trabajo o sus vacaciones. Me viene a la cabeza mis visitas a las rehalas del Dr. Arquímedes Rodríguez D.E.P , que entre consultas y quirófano sacaba tiempo para atender a sus perros, generalmente a primera hora de la tarde, incluso en pleno verano, sudando la gota gorda como se puede imaginar.
Entre las obligaciones del perrero, lo primero es tener unas instalaciones que cumplan los requisitos de núcleo zoológico, luego limpieza, alimentación, agua, cuidados sanitarios a cargo de un veterinario, cría y selección de ejemplares, etc. No es fácil cumplir con todas las normativas de sanidad y bienestar animal relativas al mantenimiento y transporte de los perros.
En tiempo de caza añadir a las tareas diarias los muchos kilómetros en no cómodos vehículos hasta el coto, bregar por el monte en días de agua hasta calarse hasta los huesos, recogida y recuento que puede tardar tiempo mientras los monteros disfrutan de la tertulia y comida. Curar algún perro como se pueda si ha sido herido por un jabalí. Si se montea varios días seguidos, buscar un sitio donde soltarles ya de noche para darles de comer y beber y vuelta al camión hasta la suelta del día siguiente. Atender al mantenimiento y desinfección del vehículo de transporte. Siempre con un fardo de cartillas y otros documentos a mano, entre ellos la licencia de caza y los seguros. Con tantísimo requisito a cumplir, siempre se teme que falte algo si lo pide la Guardia civil.
Hace algunos años estuve en una batida norteña de jabalí, concretamente en Asturias. Participaba un pequeño grupo de cazadores que constituía una cuadrilla y dos perreros con unos pocos perros de rastro. Los perreros eran reconocidos como los primeros actores de la batida, todos les conocían por su nombre lo mismo que a sus perros. Los del rifle eran actores de reparto que se limitaban a esperar con paciencia la entrada de un jabalí. A los perreros se les llama monteros porque son los que andan monte arriba y monte abajo. Es otro tipo de caza, pero hay detalles que me gustaron mucho y algo de esas buenas prácticas cinegéticas se podrían incorporar a nuestra montería.
A lo que voy, el verdadero aficionado, el que más pone en esto de la montería es el perrero. Como dice mi amigo Juan Manuel Leal, buen perrero donde los haya, si la montería fuese una procesión, los monteros serían los nazarenos y los perreros los costaleros. No es mala comparación, pero a los costaleros no se les separa del resto de los cofrades en las reuniones de hermandad como se hace con los perreros en muchas monterías. Su afición sin límites hace que traguen con todo, pero algún día se cansarán y entonces lo lamentaremos.
Pasarán los meses de veda y poco después de la caída de las primeras bellotas podremos, si Dios quiere, disfrutar de una nueva temporada de monterías. De nuevo oír las ladras que se acercan al puesto y nos aceleran el corazón y escuchar desde lo profundo de los barrancos o las cuchillas de la sierra, la voz del perrero animando a sus perros, ¡Ale machoooooooo! .
Firmado: JAVIER BIELSA PRINCIPE





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